La corporalidad consciente

La corporalidad consciente

Los seres humanos nos hemos relacionado con nuestro cuerpo de una manera sesgada, influidos por “conversaciones” culturales y experiencias personales, que nos han llevado a estar “amigados” o “enemistados” con todo o parte de él.

Vemos su valor cuando nos falta, cuando estamos enfermos o sufrimos algún trauma que nos limita en la capacidad de movimiento, ahí “tomamos conciencia” acerca de todo lo que hacemos y cómo lo llevamos adelante, incluso de la dificultad existente al no “estar disponible”. 

Ted Andrews manifiesta: “…El cuerpo humano está diseñado para el movimiento... Al igual que la respiración, nos llena de energía.” “...El movimiento sano, despierta, infunde energía. Genera energía psíquica que transformamos en fuerza, en conocimiento, que nos ayuda a vivir.” “…el objetivo de todo comportamiento físico es el de dirigir y focalizar la conciencia.” “Es lo que nos da individualidad y carácter. El gesto enlaza la persona exterior con la interior, y sirve como puente para llegar a nuestros aspectos más divinos. Para que el gesto y el movimiento tengan ese poder, han de ser dirigidos conscientemente e imbuidos de significado.”1 

¿Cómo es la “calidad” de tus movimientos? ¿Cuánto te movés? ¿Cómo está tu “corporalidad”?

Somos responsables de tener el cuerpo que tenemos, consciente ó inconscientemente, haciendo ó permitiendo que otros hagan con nosotros o por nosotros, y de saber ser, estar y hacer corporalmente.

Nuestro conjunto de gestos, posturas, desplazamientos, etc., -que definimos como corporalidad-, tiene connotaciones sociales y personales, y no saber gestionarlo nos aleja de accionar efectivamente, tanto en el terreno personal como en el profesional.

Moshe Feldenkrais plantea: “…todos podemos vivir como desearíamos hacerlo. El primer obstáculo es la ignorancia: científica, personal y cultural. Si no sabemos qué representan nuestros actos no nos será posible hacer lo que deseemos. … ¿cómo puede una persona conocerse a sí misma? Aprendiendo a actuar, no como debería hacerlo, sino como en realidad lo hace.”2

Los invito a “estar presentes”, a autoconocerse, a observar lo que hacen y a qué responde, si a un comportamiento social (donde se dejan llevar) ó personal, propio, consciente y legítimo, y elegir el que necesiten en cada momento.

Con la práctica podemos acompañar a nuestros coachees a que lo hagan, llevándonos a la mejor versión que necesitemos de nosotros mismos en cada momento para lograr lo que elijamos.

Podemos conversar de la importancia de esto cuando lo desees…

MCOA Pedro Markman, Director del ITC7 – Instituto de Transformación y Coaching, socio N° 6

 

1 Andrews, Ted, La danza y las energías, Editorial Nueva Era, Barcelona, 1994

2 Feldenkrais, Moshe, La dificultad de ver lo obvio, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1992