Por: Lisbeth Calatayud (Coach Ontológico Acreditado)
¿Cómo recuerda una persona esta experiencia, en una organización a sus lideres, decir: “se les paga para hacer, no para pensar”, “todo está documentado, no hay posibilidades de cambiarlo”? ¿O cuando en un vínculo afectivo, la otra persona se niega a conversar, diciendo “nada tengo que decir al respecto” o “deja el drama no hay nada de que hablar”?
Se genera una mezcla de tristeza, miedo e impotencia, (componente de la emoción), se escogen las palabras, como quien camina sobre vidrios (componente del lenguaje) y actuamos como entonces, ¡CALLAMOS!, aparecen los Juicios, configurando así un tipo de observador que va a actuar en consecuencia.
Se ha instalado, la rutina defensiva del callar, de allí la importancia de observar lo que pensamos con respecto al pasado, el presente y el futuro.
“El callar involucra reconocer que algo que está presente en nuestras conversaciones privadas no se expresa en nuestras conversaciones públicas. El silencio es diferente. Con él apuntamos simplemente a la ausencia de habla”
Las razones detrás del callar son emocionales. Temor a las represalias, o la prudencia. Me digo, por ejemplo, “me van a botar” “va a terminar la relación”. La segunda opción busca proteger al otro, evitando poner en evidencia las incompetencias o los motivos del otro.
Entre las consecuencias de este actuar, tenemos: Desconfianza, evasión de responsabilidad, incapacidad para resolver problemas, debilidad de liderazgo, distancia emocional, finalmente la separación laboral o la ruptura de un vínculo afectivo.
Entre las posibles acciones para disolver las rutinas defensivas tenemos: Trabajar en el observador, generando un cambio de segundo orden, aprender a pensar diferente, pasar de un observador de enfoque único, a un observador de enfoque múltiple, aprender a confrontar asertivamente, decir como me siento, como me afecta, describir el hecho, y solicitar lo que necesitamos.
Finalmente mantenernos siempre en la autobservación, para descubrir como mi forma de pensar, hablar o actuar, está contribuyendo a minimizar o expandir las rutinas del callar, en lo laboral y en lo personal.